En 1996 el Movimiento
Olímpico contemporáneo cumpliría 100 años, de modo que Atenas presentó su
candidatura para celebrar esos JJOO. Aunque muchos ya asumían que acabaría
acogiéndolos, fue vencida en la votación del COI por los 51 votos de la
estadounidense Atlanta frente a 35 votos de Atenas. Sin embargo, la ciudad norteamericana
quiso hacer un guiño a los griegos en esos Centennial Games haciendo disputar
el fútbol en una ciudad llamada Athens del estado de Georgia, del que Atlanta
es la capital.
Con vistas a 2004,
Grecia quiso volver a acoger los JJOO aludiendo a su doble derecho histórico:
por ser casa de los Juegos de la Antigüedad y de la primera edición moderna de
1896. La gran adversaria acabaría siendo la otra gran ciudad de la Antigüedad
clásica, Roma, que precisamente hacía un uso interesado de ese pasado al elegir
un dibujo del Coliseo como emblema de la candidatura. Atenas fue elegida en
1997 por el COI tras una intensa campaña en que recurrió, más que a describir
las mismas instalaciones, a explotar la simpatía hacia la esplendorosa ciudad
de la Antigüedad. Esa sensación de que el COI premiaba a Atenas más por su
pasado más que por su mismo proyecto para los JJOO del 2004, queda plasmado en
este artículo del New York Times publicado el día después de la elección:
“The Olympics
returned to the country of their ancient beginnings and the city of their
modern revival when Athens was selected today by a surprisingly wide margin
over Rome to be the host of the 2004 Summer Games. By a vote of 66 to 41, the
members of the International Olympic Committee removed the sting of rejection
that Athens felt seven years ago when Atlanta was chosen as host of the 1996
centennial Olympics. It was in Olympia, Greece, that the ancient Games began in
776 B.C., and it was in Athens that the modern Olympics were revived in 1896
(…) Once Athens demonstrated this preparedness, I.O.C. members felt they could
make the sentimental choice to return the Olympics to their birthplace. ‘When
you get on an equal plateau, you get the benefit of tradition and sympathy,’
said Dick Pound, an influential Canadian I.O.C. member. Carlos Ferrer, an
I.O.C. member from Spain, said that after the transportation and technology
problems in Atlanta, some of his colleagues felt guilty about not having awarded
the centennial Games to Athens. Once the city proved capable of conducting the
2004 Games, he said, I.O.C. members ‘felt some indebtedness to Athens’”. (New York Times, 6 de septiembre 1997)
Aunque los atenienses
habían renunciado a la soberbia y la falta absoluta de planificación que
demostraron en la carrera por los Juegos de 1996, que ya creían suyos, justo
antes de que empezaran los de 2004 se percibían “las preocupaciones que arroja un país que se encuentra en el vagón de
cola de la UE, que ha tenido que modernizar todas sus infraestructuras para
este gran evento y en el que aún olerá a pintura y alquitrán para el 13 de
agosto [día de la ceremonia de apertura]”. Pero el comentario más habitual
en casi todos los medios del planeta era la idea de que los Juegos retornaban a
su tierra natal (Le Monde 15 de agosto 2004).
Esto decía el
especial del diario Marca dedicado a Atenas 2004. Es decir, la elección de
Atenas se debió más al peso de la Historia y del legado antiguo de la ciudad,
que a su propio proyecto organizativo. El mismo presidente del COI, Jaques
Rogge, lo confirmaba al declarar poco antes de ese día 13 que “Atenas 2004 es un agradecimiento a Grecia
por inventar el Olimpismo” (Guía Marca de Atenas 2004, 6). En la Grecia
contemporánea la cuestión de la identidad nacional y su necesidad de
autoafirmarse frente a unos países europeos más poderosos, quizás añorando los
gloriosos años de la hegemonía cultural antigua, fueron una razón suficiente
para querer rentabilizar la organización de este evento mundial. Además de
convertir los Juegos en una cuestión nacional, marginando las protestas contra
el excesivo coste que implicaban, las autoridades y los medios de comunicación
vincularon el éxito que supondrían con el resurgir de aquella Grecia gloriosa.
Un ejemplo de ello es la repentina e improvisada iniciativa de construir museos
arqueológicos y de arte por el país, que mostraran a todos los extranjeros que
asistieran a Atenas 2004 el riquísimo legado de la cultura griega (Kokkinidou
2011, 249-251).