Durante la ceremonia
de apertura, justo después de las actuaciones musicales y antes del defile de
países y del encendido del pebetero, el grupo teatral La Fura dels Baus
interpretó el espectáculo ‘El Mediterrani’, que ahondaba en la idea de unos JJOO
ligados a este mar. El motivo oficial que inspiraba esta performance era el
viaje de Heracles, el mítico héroe griego, “para
conocer los límites del mundo”, según leían en el guión Matías Prats y Olga
Viza presentando la retransmisión. Efectivamente, esta figura religiosa era el
culto relacionado con las expediciones y colonizaciones por el Mediterráneo
oocidental de los navegantes fenicios y griegos de los primeros siglos del I
milenio a.C. (Melkart era la divinidad fenicia que los griegos sincretizaron
como Heracles y los romanos como Hércules). Y añadían que en este viaje
Heracles realizaba “la primera carrera
olímpica que parte de Oriente a Occidente”, en referencia a que el poeta
Píndaro lo consideró fundador del santuario de Olimpia y de sus Juegos para así
honrar a su padre Zeus (Píndaro Odas
Olímpicas 6, 65-70 y 10, 24-59).
En un estadio teñido
de azul apareció un artefacto con forma humana y que representaba a Heracles en
una doble tarea: competir contra otros atletas en esa primera competición de
Olimpia y personificar las empresas colonizadoras que cruzaban el Mediterráneo para
alcanzar la Península Ibérica. Al llegar al otro fondo del estadio, metáforas
respectivas del lejano Estrecho de Gibraltar y de ese mar, el héroe se dispuso
a separar las Columnas de Melkart, área en la que se asentaron los colonos
fenicios desde el 1000 a.C. Esta región del Extremo Occidente quedaría abierta
al comercio y la colonización de las civilizaciones greco-orientales (Domínguez
Monedero 2001, 119-131).
El estadio, transformado en el antiguo Mediterráneo (fuente: Barcelona Olímpica) |
Se trata de una
escena para la cuál La Fura dels Baus emplearon una considerable documentación
histórica con la que llevar a cabo una alegoría de la llegada de las
civilizaciones greco-orientales a la Península. Aunque se trataba de establecer
lazos entre Barcelona 1992 y los antiguos griegos, lo cierto es que en esta performance parecía darse todo el mérito
a los helenos a pesar de la importancia colonizadora que también tuvieron los
fenicios. De hecho, la ciudad de Barcelona fue fundada como Barkeno (Barcino
bajo los romanos) por Cartago, la colonia fenicia en el actual Túnez. Más
exactamente, fue el caudillo cartaginés Amílcar Barca quien creó un
asentamiento aprovechando las ventajas militares de Montjuïc en el 230 a.C.,
antes de la II Guerra Púnica. Es decir, el espectáculo supo conjugar las dos
tradiciones que atribuían a Heracles la fundación de Barcelona y la de los
antiguos Juegos Olímpicos.
A continuación, La
Fura dels Baus hicieron surcar ese “Mediterráneo,
mar olímpico, mar de la civilización” por una embarcación que simbolizaba “las culturas mediterráneas” y los
mencionados navegantes que desde Grecia y Oriente llegaron a las costas
catalanas e ibéricas. Durante el duro viaje por lo que simulaba ser las aguas
del mar, los actores debían afrontar los peligros que tanto temían los antiguos
marineros, como las tormentas y los vientos adversos. Unos peligros que se
endurecieron en forma de monstruos, bajo un planteamiento de “un combate entre el caos y la civilización,
entre el bien y el mal”. Esta idea presente en la performance era un asunto recurrente en la imagen que tenían los
griegos del Arcaísmo sobre la navegación por alta mar, marcada por el temor a
lo desconocido. La obra literaria más emblemática de esta época, ‘La Odisea’,
es un relato constante de los monstruos y peligros a los que se debió enfrentar
el héroe griego en su regreso a Ítaca, como el temible cíclope Polifemo o el
canto de las sirenas (Homero, Odisea
9, 177-535 y 12, 39-72).
La intención de
relacionar Barcelona con el Mediterráneo antiguo y con los agones de Olimpia cuajó en los visitantes de todo el planeta que
asisitieron a la apertura. Según recoge el ‘Official Report’ de los Juegos, el
diario alemán Frankfurter Allgemeine informó de ceremonia y el
ambiente que se respiraba señalando que “they
are the little heroes of the Games. The Barcelona volunteers have put
themselves at the service of the fascination of Olympia”, mientras que el
italiano Le Figaro decía que “Barcelona is not a city, it is a slogan.
Since July 25, Barcelona has been a daily miracle (…), offering the gift of the
temples of Olympia: prayer, beauty and genius. It is a gift of the gods”.
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